A principios del siglo XIX la idea colonial parecía abandonada.
Pero desde 1830 se retomó: Inglaterra conquistó la India y Francia emprendió la conquista de Argelia.
El proceso se aceleró a partir de 1870. De aquellas las potencias dividieron entre ellas continentes enteros: así, en la conferencia de Berlín de 1885, el territorio africano pasó a manos de los principales Estados europeos.
A principios del siglo XX la expansión imperialista terminara. En África sólo quedaban dos Estados independientes: Etiopía y Liberia. En Asia, quedaban grandes imperios sin conquistar (imperio otomán, China y Persia), pero estos estaban cada vez más controlados por los occidentales.
Un caso especial fue el de América Latina. Esta logrará su independencia política de España y Portugal a principios del siglo XIX. Pero la realidad es que seguían dependiendo económicamente de los países europeos y, más tarde, de Estados Unidos.
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